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DOS TENDENCIAS EN UNA MISMA CIUDAD

Las fruterías pakistaníes no han proliferado de manera uniforme en todos los barrios de la ciudad. A pesar de que para el comprador los matices del fenómeno puedan pasar desapercibidos, el desarrollo de estos comercios depende del contexto de cada barrio. El de Ruzafa, según Ramón Marrades, está inmerso en un proceso de gentrificación, por lo que la presión inmobiliaria es mayor. Es una cuestión de precio y de mercado. Allí habita menos población inmigrante que hace unos años, porque los precios de los alquileres han subido. Además, es un barrio que está de moda, asegura, donde viven jóvenes que compran en este tipo de establecimientos.

 

Para Marrades, Benimaclet es un barrio de características parecidas. Sin embargo, el número de inmigrantes es mayor y no existe tanta presión inmobiliaria como en Ruzafa, por tanto, los alquileres son más baratos.

 

RUZAFA

En 2003 subieron la persiana los primeros comerciantes pakistaníes en Ruzafa, pero no fue hasta 2005 cuando arrancaron más negocios, concentrados desde la calle Filipinas y Marqués del Turia hasta Literato Azorín, Cuba, Sueca y Centelles. El presidente de la Asociación de Comerciantes de Ruzafa, Eugenio Jiménez, asegura que hay muy pocos pakistaníes en Ruzafa. 

 

Desde hace dos años no han abierto fruterías. Algunos, incluso, han cerrado al no poder hacer frente a los precios elevados en los alquileres de los locales y a la tradición de comprar en el Mercado de Ruzafa. "Hay más variedad que en una sola tienda. Es cierto que puede ser más caro, pero la calidad es indudable", asegura Jiménez.

 

En Ruzafa no se han denunciado casos de competencia desleal por parte de los pakistaníes, asegura el presidente. "Es muy difícil que alguien se atreva a levantar una persiana y ponerse a vender fruta", indica. 

BENIMACLET

Un alquiler más barato y la alta tasa de paro son las circunstancias que hacen de Benimaclet un lugar idóneo para que los pakistaníes establezcan sus negocios, indica el presidente de la Asociación de comerciantes de Benimaclet (Ascobe), Jose Enrique Gil. "Se están cargando el comercio tradicional del barrio, han disminuido el número de fruterías regentadas por españoles  y, por eso, ha disminuido la calidad", asegura.

 

Para Gil, no todas las fruterías pakistaníes se ajustan al mismo patrón. Unos montan el negocio con los papeles en regla, dice, mientras que otros cierran al poco tiempo y dejan de pagar el alquiler. Este comportamiento perjudica al barrio porque abarata los precios del género y, como consecuencia, atrae a la gente afectada por la crisis, señala el presidente de Ascobe. "Allí las medidas de higiene son nulas y cometen muchas irregularidades. Esto es malo para el barrio porque, primero, es competencia desleal y después da una mala imagen", explica. 

 

 

 

 

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