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DIFICULTADES ECONÓMICAS PARA LOS EMPRESARIOS PAKISTANÍES

CRISIS PARA TODOS

COMPETENCIA

ENTRE ELLOS

Chaudry traspasó hace dos años el primer comercio que abrió su padre en la Avenida Peris y Valero de Valencia. Las ventas no daban ni para cubrir los gastos, asegura. Ahora solo mantienen la tienda de Benimaclet, que abrieron en 2013. "Como es una empresa familiar, sólo hemos podido aguantar a un trabajador porque es mucho gasto", asegura.

 

En la Avenida del Puerto, la crisis no ha pasado de largo por la tienda de Raja, un empresario de origen pakistaní establecido en Valencia desde 2001. Hace tres años tenían siete comercios en la Avenida del Puerto. Ahora, solo conservan dos.  

 

La proximidad entre las fruterías provoca que aumente la competencia entre ellas. En la calle de Emilio Baró (Benimaclet), abren cada día tres fruterías situadas a menos de 50 pasos entre ellas. Chaudry se queja de que esta competencia sólo beneficia a los clientes. "Al final trabajamos mucho sólo para cubrir los gastos",  sostiene.

 

Chaudry dice que tiene una buena relación con los demás fruteros compatriotas, siempre que no tengan el mismo negocio en la misma calle. "Si hay un amigo que abre una tienda igual que la mía en la misma calle, se pierde la relación", confiesa.

 

El empresario de origen pakistaní observa que muchos de sus compatriotas se arriesgan a abrir negocios sin saber que, además de comprar el producto, deben pagar la seguridad social y el sueldo de los trabajadores. "Muchos abren la tienda con 3.000 o 4.000 euros y, si después de dos meses no tienen clientes, cierran y se van a otro sitio", cuenta Chaudry.

 

El ahorro de las familias en la cesta de la compra puede ser la razón de la proliferación de las fruterías pakistaníes, según la Unión de Consumidores Españoles (UCE). Sin embargo, el economista urbano Ramón Marrades atribuye esta expansión a los cambios sociales, a la elección del cómo y dónde elegimos vivir. "La diferencia de precios no es tan significativa como para determinar que la crisis haya hecho que proliferen este tipo de fruterías", asegura. 

 

Ramón Mampel, secretario general de La Unió de Llauradors, sostiene que el consumidor ha perdido la cultura y la educación en la alimentación y se ha lanzado de bruces a la filosofía de comprar a precios baratos. Opina que antes de la crisis ya buscaba ofertas sin importarles la calidad. "El consumidor no es consciente de que comprar un producto próximo sirva para crear puestos de trabajo", asegura. Desde la Unió, abogan por que la sociedad valenciana recupere otra vez la cultura y educación del alimento de proximidad y de temporada. 

 

 

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