
PRODUCTOS DE LA HUERTA CON TOQUE ORIENTAL
¿CÓMO SE HAN INTEGRADO?
En 2005 llegó el padre de Chaudry y la crisis, lejos de animarle a marchar, le permitió asentar sus raíces. Cinco años después de aterrizar aquí, trajo al resto de la familia. En un camino inverso al que han recorrido los más de 700.000 españoles que han hecho las maletas desde 2008 para buscar un futuro lejos de España, muchas familias han encontrado en Valencia su presente
Desde Ceimigra han observado que, tras la primera migración masculina, a partir de 2008 han empezado a llegar la mujer y los hijos. Los primeros inmigrantes que se instalaron en España se concentraban en el barrio del Raval y Ciutat Vella de Barcelona. Desde allí hubo un segundo punto de implantación en Valencia, con Mislata como polo principal.
El empresario pakistaní Raja aterrizó en 1996, atraído por la buena experiencia de sus hermanos, que habían llegado unos años antes para montar las dos fruterías que, actualmente, sustentan la economía familiar. La experiencia de Raja confirma la tesis de Buades de que la pakistaní es una comunidad que cuida y mantiene las redes familiares.
Ayaan es una rareza en el negocio de las fruterías. Es la propietaria de un comercio, situado en la calle Mistral de Benimaclet y el soporte económico de una familia de seis miembros. Ayaan, de 23 años, tiene los ojos oscuros y una melena azabache recogida en una larga trenza que recorre su espalda. En 2009 aterrizó con sus hermanos y su madre en Valencia, donde su padre residía desde hacía dos años empleado en un locutorio. Antes de abrir su propio negocio, en 2014, Ayaan había aprendido el oficio en las fruterías de otros compatriotas. En Valencia, sólo le alcanzó para ir dos meses a clase. El castellano que habla lo ha aprendido detrás del mostrador.
Con una túnica hasta los pies, estampada en tonos azules y marrones, Ayaan es fiel a la moda femenina tradicional de Pakistán. Las mujeres con las que se relaciona fuera del negocio son todas pakistaníes. Ninguna española, confiesa. Sin embargo, sus tres hermanos más jóvenes tienen amigos españoles en el instituto. Las estrategias de integración son más difíciles de establecer entre los adultos, explica Buades.
En los últimos años, a la emigración por motivos económicos se ha unido la causa de persecución religiosa. Según Ceimigra, cada vez vienen más pakistaníes pidiendo asilo político. Eligen España, y en concreto Valencia, para instalarse, porque ya tienen familiares establecidos aquí. Buades asegura que algunas mujeres también han solicitado la protección subsidiaria, incluso la nacionalidad.
Sin embargo, una vez aquí, las fronteras de la religión se vuelven invisibles y la identidad común se convierte en nexo de unión. Pese a que no profesen la religión musulmana, muchos pakistaníes encuentran en las mezquitas un espacio de socialización y asisten a ellas para encontrar a sus compatriotas.
El Centro Cultural Islámico de Valencia trata de integrar a la minoría pakistaní que vive en el barrio de Orriols. Para ello, ofrece clases de árabe, porque la mayoría de pakistaníes hablan urdu. Esta barrera lingüística tiene como consecuencia que sean comunidades más cohesionadas, pero con más dificultades de mezclarse, explica Buades. A pesar de esta diferencia, el director de Ceimigra observa que, gracias a este servicio, se relacionan pakistaníes de diferentes religiones y procedencias geográficas.
Buades destaca que la comunidad pakistaní tiene voluntad de estar en contacto y dejar un canal abierto con la administración para hacerles llegar sus demandas y necesidades. Se trata, según el sociólogo, de una estrategia liderada por la mezquita de la Pobla de Vallbona donde coincidieron pakistaníes y políticos en su inauguración.
REAGRUPACIÓN FAMILIAR
LA RELIGIÓN COMO FORMA DE ORGANIZACIÓN
EL PAPEL DE LAS MUJERES


Comerciantes pakistaníes compran el género en Mercavalencia. Fuente: Eukene Oquendo