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COMPETENCIA 

Desde el Mercado de Ruzafa, Alicia García mira con desesperanza hacia un futuro en el que augura la desaparición de la esencia de los mercados y las tiendas de barrio. Teme que los comerciantes de origen indio y pakistaní se queden con el monopolio de las fruterías. "Mi propio país me discrimina, como a todos los ciudadanos autónomos, al dar más facilidades a las personas que vienen de fuera que a los nacionales", critica. Sin embargo, a diferencia de la comunidad china que no paga impuestos en el primer año del negocio, los pakistaníes no están eximidos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Con esta situación los que más ganan son los consumidores, asegura Fernando Móner. "Cualquier establecimiento, independientemente del origen de sus propietarios, mientras cumpla las normas, los consumidores estarán encantados, porque la competencia genera mejor calidad y mejor precio", argumenta. 

 

Sin embargo, el incumplimiento de las normas genera una situación de competencia desleal que pone en entredicho la seguridad de los consumidores, indica el presidente de Avacu. "Una competencia desleal tiene como consecuencia que aquellos que están ofreciendo un producto con garantías dejen de hacerlo", subraya.

 

Cualquier actividad productiva tiene que jugar en las mismas condiciones y es tarea de la administración que se cumpla, pero los fruteros deben adaptarse a los cambio, destaca el economista urbano Ramón Marrades.

 

 

 

 

La propietaria de Javi Ultramarinos, Maite Navarro, no entiende cómo se han podido abrir tantas fruterías en Benimaclet. "Parecen setas, no lo entiendo". "Hay muchísisma gente trabajando allí, unos que les distribuyen, otros en las tiendas y no pueden estar dados de alta todos porque es caro. Mi marido y yo estamos dados de alta", explica. Para Navarro, esta competencia es dura y dolorosa. Espera, resignada, que la gente vea la diferencia, aunque muestra poca confianza en ello. 

 

Jesús Català argumenta que no es competencia desleal, porque cada uno compra a un precio y vende al que puede. La diferencia que ve Català es que ahora esas tiendas están regentadas por pakistaníes que trabajan con márgenes de precios reducidos, pero aún quedan fruterías que apuestan por la calidad. 

El gerente de Frucadi, Jesús Català con dos clientes pakistaníes. Fuente: Eukene Oquendo

La puerta del negocio de Maite Navarro, Javi Ultramarinos rodeada de cajas de fruta. Fuente: Eukene Oquendo

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