
PRODUCTOS DE LA HUERTA CON TOQUE ORIENTAL
NICHO DE MERCADO
Las fruterías pakistaníes representan la quintaesencia del comercio tradicional en su apuesta por cubrir un nicho de mercado no conquistado. El profesor de Economía urbana de la Universidad de Valencia, Ramón Marrades asegura que los empresarios pakistaníes han sabido detectar una demanda a la que no se había respondido hasta ahora. Pero lejos de significar la importación de un modelo foráneo, estas fruterías se inspiran en la filosofía comercial del ultramarinos de toda la vida. Son el remedio de muchas urgencias y el aliado perfecto de los compradores olvidadizos.
En una de las paradas al por mayor de Mercavalencia, un regusto dulce se mezcla con la acidez característica de la fresa, que se vende, antes de temporada, a 2,20 euros el kilo. A unos metros, unas cajas del mismo producto marcan dos euros el kilo. Veinte céntimos de diferencia dejan un sabor insípido en el paladar. La calidad no es indiferente al precio que pagan por el producto los fruteros low cost y los que apuestan por la calidad.
Con el 80% de la clientela de origen pakistaní, el empresario de Mercavalencia, Jesús Català asegura que estos compradores miran al detalle los precios para poder ofrecer después descuentos competitivos.


Esta especie de tiendas de "conveniencia" se pueden comparar con fenómenos similares en todo el mundo. Como la franquicia "Seven-Eleven" repartidos por todo el mundo o los "Spety" de Berlin, donde se puede encontrar el paquete de cigarrillos, el periódico o una botella de ginebra para fiestas improvisadas. Se han convertido en una especie de “tercer espacio” que sirve como punto de referencia dentro del barrio, señala Marrades. Algunos, incluso, ofrecen mesas fuera para sentarse. En Inglaterra y Francia los pakistaníes se han especializado en el comercio minorista de barrio que se encuentra en Valencia, con horarios intensivos y extensos, con la explotación del negocio por parte de la familia y con precios más bajos.
El sector de las fruterías tiene un problema de relevo generacional y de adaptabilidad al mercado, asegura Marrades. Es un sector relativamente caduco, cuya salida es la innovación en la forma de distribución o la diferenciación por la calidad. En este sentido, la influencia pakistaní ha obligado a muchas fruterías de Ruzafa a adaptarse para competir en precios y horarios. El presidente de la Asociación de comerciantes de Ruzafa, Eugenio Jiménez asegura, sin embargo, que cuidan más calidad.
El economista urbano opina que el comercio tradicional no va a desaparecer, porque existe un creciente interés en consumir productos de calidad. Sin embargo, advierte que se impone una compra que combina los carros atestados del Carrefour, para la compra de una semana, con las bolsas de tela para las magdalenas recién sacadas del horno, o el pescado fresco de la esquina.
Fresas que venden en Mercavalencia a las fruterías situadas en Valencia. Fuente: Eukene Oquendo
Frutería regentada por pakistaníes en el barrio de Benimaclet. Fuente: Eukene Oquendo
Para Sergio Carbó, de AVA-ASAJA, los bajos precios suponen una forma de "competencia desleal", un efecto en cadena que arranca con productos que no reúnen las condiciones de calidad mínimas, con precios reventados, y acaba con una presión bajista sobre el resto de la oferta, en perjuicio de los agricultores. Los consumidores pueden elegir entre unas naranjas que se comen con los ojos, en la tienda Gourmet, o unas naranjas de saldo, sin brillo, según su poder adquisitivo, asegura Carbó.
Fernando Móner, de la Asociación Valenciana de Consumidores (Avacu), no lo califica de competencia desleal, pero puntualiza que los precios están por debajo de unos estándares de calidad aceptables. "El consumidor ha de saber cuál es la calidad que está pagando, tanto en fruterías pakistaníes como en supermercados o mercados", indica Móner. El consumidor no puede permitir que bajen los estándares de calidad de los productos, porque calidad y seguridad suelen ir parejos, afirma.